Fernando Inés Carmona
La Jornada
Orizaba, Ver.- La Iglesia católica cuestiona el presunto desarrollo que el Estado mexicano alardea, “no se refleja en la población”; además se suma al reclamo popular de frenar la ola de violencia, inseguridad y desestabilización que vive el país. “Los obispos no queremos más muertes, más desparecidos, no queremos más dolor ni más vergüenza”.
El sacerdote católico Helkin Enríquez, titular de la parroquia Nuestro señor de El Calvario, cuestiona el desarrollo social y de infraestructura que presume la Federación, “los logros del gobierno se deben reflejar en la población, no hay coincidencias en varios rubros”.
La jerarquía católica reitera su postura frente a lo ocurrido en el estado de Guerrero; obispos del país mediante el comunicado “Basta Ya” reclaman por la inseguridad en el país: “(Los Obispos) no queremos más sangre, no queremos más muertes, no queremos más desparecidos, no queremos más dolor ni más vergüenza; compartimos como mexicanos la pena y el sufrimiento de las familias cuyos hijos están muertos o están desaparecidos en Iguala, en Tlatlaya y que se suman a los miles de víctimas anónimas en diversas regiones de nuestros país”.
Dijo que José Francisco Cardenal Robles Ortega, arzobispo de Guadalajara y presidente de la Conferencia del Episcopado Mexicano (CEM), así como Eugenio Lira Rugarcía, obispo auxiliar de Puebla y secretario general, dieron a conocer el mensaje a nombre de los obispos en torno a la situación que atraviesa el país.
“Este documento refleja una exigencia por parte de la Iglesia católica de México en donde se unen al clamor generalizado por un México en el que la verdad y la justicia provoquen una profunda transformación del orden institucional, judicial y político, que asegure que jamás hechos como estos (Ayotzinapa-Tlatlaya) vuelvan a repetirse”.
La Iglesia “ve con tristeza que la situación del país ha empeorado, desatando una verdadera crisis nacional, muchas personas viven sometidas por el miedo, la desconfianza al encontrarse indefensas ante la amenaza de grupos criminales y, en algunos casos, la lamentable corrupción de las autoridades”.
Esto hace evidente que nos hemos alejado de Dios, “lo vemos en el olvido de la verdad, el desprecio de la dignidad humana, la miseria y la inequidad crecientes, la pérdida del sentido de la vida, de la credibilidad y confianza necesarias para establecer relaciones sociales estables y duraderas”.
“Es necesario pasar de las protestas a las propuestas, que nadie esté como buitre esperando los despojos del país para quedar satisfecho. La vía pacífica, que privilegia el diálogo y los acuerdos transparentes, sin intereses ocultos, es la que asegura la participación de todos para edificar un país para todos”, señala. “Los obispos de México decimos: ¡Basta ya! No queremos más sangre. No queremos más muertes. No queremos más desparecidos. No queremos más dolor ni más vergüenza. Nos unimos al clamor generalizado por un México en el que la verdad y la justicia provoquen una profunda transformación del orden institucional, judicial y político, que asegure que jamás hechos como estos vuelvan a repetirse”, declara.
“Estamos en un momento crítico. Nos jugamos una auténtica democracia que garantice el fortalecimiento de las instituciones, el respeto de las leyes y la educación, el trabajo y la seguridad de las nuevas generaciones, a las que no debemos negarles un futuro digno. Todos somos parte de la solución que reclama en nosotros mentalidad y corazón nuevos, para ser capaces de auténticas relaciones fraternas, de amistad sincera, de convivencia armónica, de participación solidaria. Jesucristo es nuestra paz. Él está presente en su Palabra, en la Eucaristía, en donde dos o más se reúnen en su nombre, en todo gesto de amor misericordioso y en el compromiso por construir la paz en la verdad y la justicia”, concluye.